Nunca fui alguien que creyera en teorías de conspiración. Me reía de esas historias que hablaban de control mental y ondas electromagnéticas. Siempre pensé que el mundo tenía problemas reales más preocupantes. Pero todo cambió cuando encontré un archivo oculto en el trabajo. Y ahora… ahora ya no sé qué es real.
Trabajo como técnico informático en una planta de tratamiento de agua en una pequeña ciudad. No es un trabajo glamuroso, pero paga las cuentas. Mi turno nocturno solía ser tranquilo, casi aburrido. Revisar indicadores, asegurarme de que el cloro y otros químicos estuvieran en niveles seguros. Nada del otro mundo. Pero hace unas semanas, todo cambió.
La patente US-6506148-B2 es real y tiene un título intrigante: «Manipulación del sistema nervioso por campos electromagnéticos de monitores.» Aunque el lenguaje técnico puede sonar como algo salido de una película de ciencia ficción, la patente aborda cómo los campos electromagnéticos emitidos por monitores y pantallas pueden interactuar con el sistema nervioso humano.
El contenedor extraño
Esa noche, me llamaron a la sala principal para recibir un cargamento especial. No era algo usual, pero tampoco inaudito. A veces llegan materiales que usamos en pruebas de rutina. Sin embargo, este contenedor era diferente.
Estaba marcado con etiquetas negras y símbolos que no reconocí. No decía “cloro” ni “fluoruro,” como de costumbre. En su lugar, estaba etiquetado como “Compuesto Conductivo Beta-7”. Al preguntar qué era, mi supervisor, un tipo al que todos llamaban «Graves,» solo murmuró algo sobre «nuevas directrices del gobierno.» Su tono no admitía preguntas.
Esa noche no pude dejar de pensar en el contenedor. Algo en mí sentía que debía investigar más. Cuando Graves salió a fumar, revisé los registros de entrega. El remitente era una compañía llamada NeuroSyntek Inc.. Nunca había oído hablar de ella.
El archivo confidencial
Esa misma noche, mientras revisaba los sistemas de la planta, noté algo extraño. Había un archivo oculto en el servidor central, etiquetado como US-6506148-B2. La curiosidad me superó, y lo abrí. No sé cómo describir lo que leí.
El archivo hablaba sobre algo llamado “Modulación de respuestas neuronales”. Describía cómo ciertas partículas podían ser introducidas en el agua potable y usarse como transmisores para captar y alterar señales del sistema nervioso. Lo más perturbador era que mencionaba cómo estas señales podían amplificarse a través de pantallas de teléfonos y monitores.
Había diagramas técnicos que no entendí del todo, pero los ejemplos eran claros: podían inducir calma, paranoia, e incluso modificar la percepción del tiempo. Una frase en particular quedó grabada en mi mente:
«El agua es el medio. Las pantallas son el canal. El control es absoluto.»
Las pruebas comenzaron
Esa semana, la gente en mi ciudad comenzó a comportarse de forma extraña. Al principio fueron cosas pequeñas. Mi vecino, un anciano que solía sentarse en su porche a leer el periódico, simplemente dejó de salir. Cuando lo vi días después, estaba parado frente a su ventana, mirando hacia afuera, pero sin realmente ver nada.
Mi hermana, que vivía al otro lado de la ciudad, me llamó una noche llorando. Me dijo que su hija de cinco años había empezado a hablar con alguien invisible. “Dice que es un amigo, pero su voz cambia cuando lo menciona,” me dijo. Esa llamada se cortó abruptamente, y cuando intenté devolverle la llamada, ya no respondió.
El mensaje en las pantallas
Lo peor ocurrió una semana después. Estaba en casa, revisando obsesivamente todo lo que podía encontrar sobre la patente 6506148 y NeuroSyntek. Las luces comenzaron a parpadear y mi televisor se encendió solo. Pensé que era un fallo eléctrico, pero entonces apareció un mensaje en la pantalla.
«Sigue las instrucciones. Bebe el agua.»
Sentí un nudo en el estómago. Era como si algo invisible me estuviera observando, empujándome a obedecer. Corrí al baño y cerré la llave del agua. No quería ni tocarla. Esa noche apenas dormí.
El último mensaje de Graves
Unos días después, Graves me llamó. Estaba paranoico, y no dejaba de repetir que habíamos hecho algo terrible. «Nos usaron, hombre. Usaron esta planta como prueba. No es solo aquí. Está en todas partes,» me dijo. Antes de que pudiera decir más, escuché un ruido sordo, como si alguien hubiera tirado el teléfono al suelo. Nunca volví a saber de él.
El control mental es real
Ahora vivo con miedo constante. No bebo el agua del grifo, no miro las pantallas por mucho tiempo. Pero cada vez es más difícil evitarlo. Incluso el aire se siente pesado, como si hubiera algo flotando, esperando el momento para apoderarse de mi mente.
Hace dos días, encontré algo escrito en el espejo del baño cuando salí de la ducha. No sé cómo llegó allí. Solo decía:
«Ya es tarde. Estás en el agua. Estás en la red.»
Si estás leyendo esto, te lo ruego: cierra la llave del agua. Apaga tus pantallas. Puede que aún tengas tiempo. O puede que ya sea demasiado tarde.