Hace años, en un remoto laboratorio de investigación gubernamental, un grupo de científicos llevó a cabo un experimento secreto con la intención de cambiar la forma en que entendemos la muerte. Con un objetivo ambicioso y perturbador, buscaron la manera de reanimar a los muertos. Este experimento se denominó «Proyecto Resurrección«, y la pesadilla que desencadenó todavía persigue a quienes lo presenciaron.
El laboratorio se encontraba ubicado en un lugar aislado del mundo, rodeado por densos bosques y montañas escarpadas, lo que lo hacía inaccesible para casi cualquier persona en general. Los científicos trabajaron en secreto, sin supervisión externa ni ética. Experimentaron con cadáveres recién fallecidos, buscando la fórmula perfecta para devolver la vida a los muertos.
Tras meses de investigación y pruebas, finalmente lograron un avance: un suero que podía revivir a los muertos. Sin embargo, lo que no anticiparon fue el impacto secundario de su creación. Los muertos volvieron a la vida, pero no como seres humanos normales. Se convirtieron en grotescas criaturas deformes, con la piel putrefacta y ojos sin vida.
La resurrección de los muertos comenzó…
La pesadilla dio lugar cuando estos «zombies resucitados» escaparon del laboratorio y se propagaron por los bosques circundantes. Rápidamente, las ciudades cercanas se sumieron en el caos mientras los no muertos buscaban carne humana para alimentarse. La noticia se filtró a los medios, pero el gobierno negó cualquier participación en el experimento y atribuyó la crisis a un brote de enfermedades altamente contagiosas.
Los sobrevivientes que lograron escapar de las zonas infestadas por los zombies vivieron en constante temor, escondiéndose y luchando por su vida. El ejército fue enviado para contener la amenaza, pero las criaturas demostraron ser resistentes y aparentemente inmortales. Únicamente podían ser abatidas cuando sus cerebros eran destruidos.
Las historias de terror sobre estos zombies se extendieron como un reguero de pólvora, y la gente comenzó a creer que eran la manifestación de un castigo divino por jugar con la vida y la muerte. Se corrió la voz de que el laboratorio había desatado una maldición incontrolable que nunca podría ser detenida. De hecho, no solo no podía ser detenida, lo peor es que cada vez se propagaba más y más…
Con el tiempo, las ciudades se convirtieron en ciudades infestadas de muertos o de unos pocos sobrevivientes que se volvieron cazadores nómadas. La humanidad quedó al borde de la extinción. La última transmisión de radio, antes de que el mundo cayera en el silencio, fue un escalofriante mensaje de advertencia: «No juegues con lo que no puedes controlar. Los muertos no deben volver a la vida».
¿Es sólo una leyenda urbana?
La historia del «Proyecto Resurrección» se ha convertido en una leyenda urbana, un recordatorio macabro de que hay límites que la humanidad no debe cruzar. Se cree que los zombies aún vagan por los bosques y las ruinas de las ciudades, esperando a aquellos que se aventuran demasiado cerca de lo que alguna vez fue un laboratorio secreto, recordando al mundo que la muerte no debe ser desafiada.
Y así, la historia del mayor experimento jamás creado perdura como una advertencia siniestra de que, a veces, la curiosidad puede desatar horrores inimaginables que ni siquiera la mismísima muerte es capaz de detener.